Masquerade Swinger en Bogotá
Masquerade Swinger en Bogotá
Hay noches que empiezan como una fiesta… y terminan como una historia que solo se puede contar susurrando.
Así fue mi primera Masquerade Ceremony con Spicy Swinger Club en Bogotá: una mezcla impecable de elegancia, misterio y una sensualidad tan bien diseñada que se notaba la rigurosidad con la que cada momento había sido programado.
La noche arrancó con barra libre de bienvenida, perfecta para soltar tensiones y entrar en sintonía.
Pero el verdadero inicio llegó con un brindis colectivo, un gesto pequeño pero poderoso: todos juntos, todos conectando, todos entrando al mismo ritual.
Todxs con nuestras máscaras, y sin excepción, con capa obligatoria.
Ese detalle transformó el ambiente por completo: ya no éramos simples asistentes, éramos parte de un ritual cuidadosamente diseñado, un círculo selecto donde cada detalle tenía un propósito.
Luego vino uno de los momentos más especiales: el círculo de damas.
Todas formamos un aro perfecto. A mi derecha una mujer preciosa me sonrió y me colocó en la lencería el pin insignia Spicy, seguido de un beso… a su manera.
Fue dulce, fue cómplice, fue un ritual que te hace sentir parte real de la comunidad.
Así, una a una, repetimos el gesto, creando una cadena de energía femenina poderosa y elegante.
Después del círculo, la noche siguió con un juego tipo damas chinas, pero con un toque Spicy:
Dos parejas se enfrentaban y, cada vez que perdían fichas, tenían que quitarse una prenda.
Fue divertido, provocador y perfectamente guiado para mantener la atmósfera en el punto exacto.
Luego apareció la modelo Dominatrix.
Elegante, intensa y dueña absoluta del escenario, presentó un performance impecable: un acto donde el baño de wax se convirtió en una expresión de sensualidad artística y calculada.
Porque sí, podría parar aquí.
Pero sería traicionar la verdad.
Después vino el nyotaimori, con una modelo como bandeja viviente… y, para sorpresa de muchos, damas del círculo también se unieron al ritual.
Fue bello, simbólico y profundamente sensual.
Luego llegaron dinámicas estilo old money, más juegos, más concursos, música, licor, complicidad…
Y una cosa que debo decir: los anfitriones no dejaron nada al azar.
Todo tenía un propósito. Todo seguía un ritmo planeado. Todo el tiempo. No paraba.
Y lo mejor: nada rompía la magia.
Cuando por fin descubrimos el playroom, entendimos que la noche todavía tenía más para ofrecer: más juegos, más detalles, más conexión. La lencería de un momento a otro dejó de ser nuestros atuendos, y nos adentramos a un frenesí de piel.
La velada simplemente no se detuvo.
Nos quedamos hasta el amanecer sin darnos cuenta del tiempo.
Porque no es solo una fiesta.
Es un recorrido emocional y sensorial cuidadosamente construido.
Porque combina elegancia y erotismo con una fluidez que solo se logra cuando hay planificación real detrás.
Porque pocas veces una noche logra elevar el deseo con tanta clase.
Si te intriga lo que pasa detrás de una máscara…
Si sientes curiosidad por el círculo Spicy…
Y si quieres vivir una noche que realmente deja huella:
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By Charlotte Guzman